jueves, marzo 05, 2015

El Público. Ópera con manual de instrucciones.


El Público, ópera de Mauricio Sotelo basada en la obra de teatro de Federico García Lorca, estreno mundial absolutísimo en el Teatro Real de Madrid.


Uno va completamente virgen, sin haber leído crítica alguna ni las cinco páginas de comentarios iracundos (ya sean a favor o en contra, todos son hiper-rabiosos, qué les echarán en el colacao) del foro de internet de rigor.

Me leo, eso sí, el programa de mano y busco por ahí referencias acerca de la obra de Lorca (de Federico, que dicen las marisabidillas). Bien, estamos ante teatro surrealista, plagado de simbología y metáforas por todos lados. De muy difícil digestión si no se estudia a fondo. Pero con lo leído creo que voy, por lo menos "un poquito" preparado: he entendido un par de ideas clave y espero poder disfrutar del espectáculo.


Pero ¡ay!, entre el libretista y el director de escena parece que me lo quieren poner difícil. Está visto que han dicho: Hola, soy una ópera rara, no te vas a enterar de nada y además yo voy a hacer todo lo posible para que lo poco que captes también te confunda.

Sinceramente, hace falta un libro de instrucciones o un master en imaginería lorquiana para conseguir sacarle el jugo a esta ópera. Porque las dos ideas que tenía claras antes de entrar en el teatro sí que las veo reflejadas, pero el resto... hay que echarle valor.

A mí me recuerda a los libros de Ediciones Cátedra, que tenían más notas al margen que texto en sí. Con El Público haría falta una edición así, con notas que te explicaran una a una cada frase.


La música, la música, que es ópera, hay que hablar de la música.

Ante mi absoluto desconocimiento de por dónde van los tiros en la música contemporánea (tomando como música contemporánea lo que se hace en 2015) sólo puedo hablar de sensaciones, de lo que me ha provocado a mí. Por lo menos no estamos en el clásico chiu-chiu-chiu-chiu pom-pom-pom-porrom (cuerdas disonantes seguidas de golpes de percusión, para que no se me acuse de inconcreto) constante de tantas obras modernas. Aquí hay profundidad, planos sonoros evocadores, música descriptiva. Creo que el autor ha conseguido meterse dentro de la obra. Ya ves tú que la inevitable ausencia de melodía no me resultó molesta. Es destacable el uso del flamenco (que queda muy bien y viste mucho para venderlo fuera) y su mezcla con la música "contemporánea". Alabar debo la intervención de la orquesta a cargo de Pablo Heras-Casado, creo que ha sabido defender la partitura e incluso ahondar en ella.


En el debe, el tratamiento de la parte vocal. Uno ya se espera, como ya he dicho, que no exista melodía alguna y que los cantantes vayan saltando por los intervalos de manera casi cómica. ¿Es necesario? Porque vamos, todas las líneas vocales de las óperas nuevas son iguales. De hecho, cuando en el descanso me encontré a un conocido en la cola del baño lo saludé cantando con cuatro notas que fueron muy celebradas por mi acompañante, diciéndome que bien podrían haber pertenecido a la ópera. Los dos grandes dúos de la ópera me resultaron bastante peñazo, por decirlo suavemente.


Sin embargo, las partes vocales de los cantaores y de Julieta estaban tratadas con mucho más mimo. También las intervenciones corales tuvieron algo más de chicha. El autor dice que se ha basado en relaciones numérico-simbólicas y proporciones armónicas para hacer la partitura. Pues hombre, un poco menos de matemática en las líneas de canto y, para mi gusto, habría mejorado mucho.


Los cantantes han defendido muy bien sus papeles. José Antonio López, a quien sólo conocía de zarzuela, sale muy airoso del papel principal, y destaco también a Thomas Tatzl, Antonio Lozano e Isabella Gaudí (impresionante en su larguísima aria). El resto también a un nivel notable. No se pueden olvidar los dos cantaores, totalmente entregados.
La ópera se hace larga, la hora y cuarenta de la primera parte pesa. Pero está claro que el descanso no puede ponerse en otro lado. Escapada de público, pero tampoco muy escandalosa. Pongamos que todos los de la zona alta del teatro pasaron a ocupar butacas en el centro. Y luego en la segunda el dúo final entre el prestidigitador y el director se vuelve eterno y aburrido.



La puesta en escena es aparentemente rigurosa con el texto. Un poco en plan "mira qué raros somos", pero vamos: si en la obra se dice que hay un cristo, sale un cristo. Los caballos son caballos, el mago un mago, el pastor es un pastor y si uno sale con un traje de cascabeles, se ven (modelito Priscilla reina del desierto). Que ya no te enteres de la misa la media de lo que hacen es otro cantar.

Muy buena la coreografía de los caballos. Muy convencional cuando no se trataba de estos personajes.


Luego están los decorados, en general el escenario absolutamente vacío con unos biombos pintados, unas luces formando el laberinto del comecocos o dos espejos, que ayudan a que si queríamos enterarnos de algo lo llevemos bastante crudo. Sólo una proyección en plan cine mudo da un aire de comprensibilidad al montaje.

En fin, creo que llevo escritos ya un montón de párrafos y ni yo mismo tengo claro qué he transmitido. Quizás sea como la propia ópera "El Público".

No puedo terminar sin hacer una comparación con la Ainadamar de Golijov que tuvimos hace un par de años y medio en este teatro. Creo que con esta última frase voy a ser muy descriptivo: Si Ainadamar era la ópera al aire libre, El Público es la ópera bajo la arena.


Página web del Teatro Real
Foro iracundo
Programa de mano


Mauricio Sotelo
El Público
Libreto de Andrés Ibáñez sobre la obra de Federico García Lorca
José Antonio López, Thomas Tatzl, Arcángel, Jesús Méndez, Isabella Gaudí, Josep Miquel Ramón, Antonio Lozano, Gun-Brit Barkmin, Erin Caves, José San Antonio, Rubén Olmo, Cañizares, Agustín Diassera
Pablo Heras-Casado, Robert Castro
Tetaro Real, Madrid.
Miércoles 4 de marzo de 2015

Nota: ¿Por qué han quitado más de la mitad de los sillones y mesitas del salón de la sexta planta del Teatro? ¡Qué estrés!


1 comentario:

  1. Fui y lo mismo. Nada de pasión ni conexión con la obra, la música o siquiera, el montaje. Cuando es necesario mirar el manual para todo, malo. Figurines de carnaval de Cádiz, escenografía absurda, y texto incomprensible (Lorca no acabó la obra y el libreto es una adaptación para poder llevar a buen puerto la ópera). Lo único que me gustó fue la música, con la presencia casi constante del flamenco. Fuera de este teatro, no van a poder colocar esta producción ni regalándola. Una lástima

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