miércoles, febrero 23, 2011

La Página En Blanco: ññiuuu ñiii pompompom.


Gran estreno mundial. La Página En Blanco de Pilar Jurado en el Teatro Real de Madrid. Pánico. ¿Por qué? Porque ya sabemos cómo se las gasta la ópera contemporánea: recitativos/parlados, mucho grito, mucho ñññiuuuu ñiiiii y percusión por un tubo. Nada nuevo. Pero nada nuevo desde hace cuarenta años, no te vayas a creer. Qué razón tenía Julia Migenes cuando decía que la única música clásica contemporánea que aguantaba escuchar era la de las bandas sonoras del cine. Ay cuándo volverá la tonalidad, con lo bonita que era.

Pero, en fin, no seamos carcas, que luego nos saltan los defensores de aquella bochornosa Luna de José María Cano. ¿Y qué tal es La Página En Blanco de Pilar Jurado? Pues eso mismo: ñññiuuu ñiiii pompompompon con unos tlin tlin añadidos de piano, pero bastante más soportable y asequible a mi retrógrado oído que lo que me esperaba.

Musicalmente creo que tiene puntos de interés. Consigue crear y, lo que es más importante para mí, ilustrar bien las atmósferas que relata.

¿Y qué es lo que relata? ¿Cuál es el argumento de La Página En Blanco? Pues atención porque ¡es un thriller! así que si vas a ir algún día de los que faltan no sigas leyendo.


La ópera comienza con Ricardo, el compositor, que está creativamente bloqueado, tiene que componer una ópera y está bloqueado frente a la página en blanco que tiene delante. Recibe además la visita de la bruja de su exmujer que le amenaza con quedarse con todos sus bienes y los derechos de su obra.

Ricardo tiene ataques compulsivos durante los cuales consigue escribir. Pero está extrañado porque cada vez que escribe algo recibe un email en el que le llega exactamente lo mismo que él acaba de componer. Le cuenta el misterio a su amigo Xavi, una eminencia en cibernética, que se muestra emocionado con el tema y con las nuevas tecnologías. De hecho, parece que maneja a Ricardo con un mando a distancia. Xavi le convence de que use un nuevo robot cantante que acaban de inventar, que cantaría la ópera con absoluta perfección tal como Ricardo la conciba, aparte de la proyección y publicidad que generaría.

Ricardo está presionado por el director del teatro para terminar la ópera. Además, le ha sido impuesta una soprano, Aisha Djarou. Cuando soprano y compositor son presentados se establece química entre ellos. Aisha ejerce de musa inspiradora para la ópera de Ricardo.


Más tarde, en un oscuro y roñoso sótano, todos están pendientes de la evolución de la ópera de Ricardo, escondido por Xavi. Aisha manifiesta su preocupación al director del teatro porque la relación con Ricardo ha llegado al amor y se le está yendo de las manos. La exmujer de Ricardo llega con la prensa y amenaza a todos con que no habrá ópera sin su autorización.

En el segundo acto, Ricardo está maravillado con la participación del cantante robot y, gracias al amor de Aisha, ha logrado terminar la ópera.

En el sótano-laboratorio se descubre la realidad: Ricardo tuvo un accidente y estaba en coma irreversible. Xavi le introdujo un chip en el cerebro mediante el cual han conseguido "sacarle" la ópera al compositor. Lo que hemos visto hasta el momento ha sido sólo el mundo virtual presente en la mente de Ricardo. Todos están encantados con el resultado y el éxito, excepto la doctora Aisha (que no era soprano), que es la única que se lamenta de haber jugado con la vida y los sentimientos. Para evitar que siga existiendo como un despojo humano, Aisha desconecta a Ricardo de la máquina.

Finalmente todos aparecen maniatados en el laboratorio cantando la ópera de Ricardo, que va sobre el Apocalipsis. ¿O es un castigo por haber jugado a ser dioses? Ah, sólo Pilar Jurado lo sabe.


Maripili es lista, y ella es la compositora, libretista y protagonista. Incluso el apellido de la soprano es un anagrama del suyo. Sólo le ha faltado ser también la figurinista y la escenógrafa. y vamos, porque no podía dirigir la orquesta vía videoconferencia porque cantaba, que si no...

El problema es el mismo que cuando aquel insoportable Viaje de Simorgh: ¿por qué se empeñan los compositores en hacer ellos los libretos? O más bien, ¿por qué les dejan hacerlo? La historia de La Página En Blanco tiene una buena idea como punto de partida, pero se pierde. La estructura y la progresión dramática son malas de cojones. Y, como ya he dicho, Jurado se las ha apañado bien para acompañar música con argumento, así que cuando el argumento se convierte en algo infumable, la música también se resiente. Hay escenas absolutamente prescindibles, que no aportan nada y que aburren.



El principio de la ópera está bien y es atrayente, hasta la llegada del amigo, el empresario y la musa. A partir de ahí el primer acto se desploma y se convierte en un suplicio aburridísimo con un ligerísimo repunte al final.

¿Conclusión? Huída en desbandada del público en el entreacto. Lógico y normal.

El segundo acto sólo tiene salvables la introducción musical y el final. El resto es un despropósito monótono mal estructurado y anticlimático. Una pena, porque las ideas básicas están allí, pero no están nada bien plasmadas.


El texto es pueril y básico. Vamos, que lo podríamos haber escrito tú o yo. Y eso no me parece malo, porque acerca los diálogos a la vida real, pero claro, el nivel "literario" baja mucho mucho.

Creo que con haber controlado y atado más corto a Pilar Jurado, los resultados podrían haber sido hasta muy satisfactorios porque la materia prima era buena, pero la cosa le ha venido grande a ella sola, se le ha ido de las manos.

No me enrollo más. Puesta en escena muy descriptiva y además vistosa: muy buena. Cantantes también de nivel y coro llamativo (y algo estruendoso, pero supongo que son exigencias de la partitura). La orquesta me imagino que muy bien, porque a ver quién es el guapo que dice que han hecho mal un chirriuiiiichíííiii tlin pon pon.



Pilar Jurado.
La Página en Blanco.
Teatro Real de Madrid, martes 22 de febrero de 2011.
Otto Katzameier, Pilar Jurado, Nikolai Schukoff, Natascha Petrinsky, Hernán Iturralde, Andrew Watts, José Luis Sola.
Titus Engel, David Hermann




Mira

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